Estamos viviendo un inicio de 2021 completito, con la actualidad al rojo vivo. Comenzamos fuerte el año con el fin del acuerdo entre la Unión Europea y Reino Unido que provocó su salida efectiva del club comunitario, y después tuvimos la ocasión de conocer a Filomena (que seguro tardaremos en olvidar).
Estas circunstancias excepcionales junto con la actualidad más reciente está poniendo de relieve la incertidumbre a la que está sometida la industria alimentaria en España y, de manera especial nuestro destacado sector hortofrutícola que, como siempre, está mostrando una flexibilidad y capacidad de adaptación insuperable.
Exportación hortofrutícola a Reino Unido tras el Brexit
Mucho se habló sobre las potenciales consecuencias comerciales para la industria alimentaria del Brexit. El temor ante la posible pérdida de competitividad de las frutas y verduras españolas como resultado de la aplicación de aranceles, fue una constante desde que el proceso de abandono fue respaldado en referéndum. No era para menos, ya que el mercado británico es uno de los principales destinos de la exportación del sector hortofrutícola español.
Finalmente, un acuerdo sobre la bocina evitó los aterradores aranceles, aunque eso sí, ha habido cambios en el comercio con las islas británicas. Su carácter es principalmente burocrático, actualmente las empresas que exporten parte de su producción a este mercado deberán asumir ciertos costes (económicos, de personal y temporales) derivados de la necesidad de realizar la tramitación aduanera de la mercancía.
El proceso de adaptación a las nuevas condiciones va a ser gradual. De momento estamos en una primera fase en la que únicamente se requieren los documentos aduaneros necesarios, cuya presentación y trámites corresponderá a la empresa española o británica en función del Incoterm negociado.
La segunda etapa comenzará el próximo 1 de abril cuando se requerirá, además de los documentos aduaneros, un certificado fitosanitario de la mercancía. La última fase llegará en julio, con el sometimiento de los camiones a controles aleatorios, aproximadamente se controlarán un 10% de ellos.
El efecto de Filomena y la competencia mundial
Otro de los elementos que tradicionalmente condiciona la industria alimentaria son las inclemencias meteorológicas. Este año las explotaciones hortofrutícolas en buena parte de España se han visto seriamente afectadas por las abundantes precipitaciones en forma de nieve y la ola de frío que las acompañó.
La borrasca dejó tras de sí pérdidas millonarias en toda la industria alimentaria, afectando especialmente fuerte a olivares y otros cultivos leñosos aunque también al cultivo de hortalizas y a la maduración de la fruta.
Poco después, conocimos un comunicado de Asaja que dejaba patente la elevada competencia a la que está sometido nuestro sector hortofrutícola. Nuestras hortalizas y frutas son referentes a nivel mundial como dejan patente los datos de exportación entre los que destacan en febrero: pimientos, tomates, lechugas y refrescantes cítricos como la naranja y la mandarina; sin embargo, la presión competitiva mundial obliga a tomar ciertas decisiones.
En dicho comunicado, la asociación agraria notificaba posibles retrasos en la siembra de la campaña de primavera de ciertos alimentos, como por ejemplo la sandía, para eludir la competencia de otros países como Marruecos o Senegal. De esta manera, se conseguiría que el producto llegue al mercado en el momento oportuno evitando una oferta masiva que perjudique los intereses de los agricultores.
Innovación tecnológica como solución
Una manera de reducir la incertidumbre a la que por definición está sometido el sector hortofrutícola es la implementación de tecnologías en la explotación de los cultivos. Unas tecnologías que permitan recabar el volumen de datos e información suficiente para predecir ciertas decisiones asociadas al nivel de producción de la campaña o, incluso adoptar las medidas oportunas para adelantar la fecha de recogida según las necesidades y evitar posibles consecuencias desastrosas.
El espectro de soluciones tecnológicas es muy amplio, desde aquellas que suponen la instalación de ciertos elementos de hardware en la explotación hasta las que se basan en imágenes satelitales para nutrir la herramienta de inteligencia artificial y sus modelos predictivos.
Alquiler, la solución a la necesidad de adaptación y flexibilidad
Acabamos este artículo como lo empezábamos hace unos minutos, enfatizando la elevada competitividad e incertidumbre a la que está sometido el sector hortofrutícola y poniendo de relieve otra cuestión, la impredecibilidad del mercado. Especialmente en la situación actual donde las condiciones de hoy pueden cambiar por completo mañana y, con ello nuestros planes e intenciones, el comportamiento de los consumidores y, por tanto, de los mercados es más complejo que nunca.
En estas condiciones de elevada volatilidad además de ‘estar en el aire’ el resultado y rendimiento de una campaña hortofrutícola concreta lo está la demanda que hará el mercado del alimento en cuestión. Así, la flexibilidad es clave en todo lo relacionado con los recursos necesarios en la cadena de suministro de la industria alimentaria al completo, desde los humanos hasta la maquinaria agrícola, pasando por productos necesarios para el cuidado de los cultivos.
Entre esos recursos también se encuentra la maquinaria de almacén, indispensable para hacer llegar las frutas y verduras frescas al mercado en el menor tiempo posible. En Grupo Dynamo Hispaman somos el principal distribuidor de productos de manutención Yale en España y contamos con más de 35 años de experiencia que ponemos a tu disposición de manera flexible mediante nuestro servicio de alquiler de carretillas elevadoras, transpaletas, apiladores. Si necesitas un refuerzo en la gestión y operaciones de tu almacén ¡te ayudamos!